Título: Abuelo, ¿qué es un refugiado?
Autor: Jose Antonio Gómez Maza, de 6º de primaria
Roberto llegó a su casa después de un día de colegio y no llegaba tan contento como otras veces, dejó la mochila, el abrigo y se fue al comedor para tomar el almuerzo. Allí estaba su abuelo, como todos los días, esperándole para hablar del partido de la noche anterior; Roberto era del Barcelona, y su abuelo era del Madrid pero notó que esa tarde la preocupación de Roberto no era el fútbol.
-¿Qué te pasa Roberto? Dijo el abuelo.
-Nada, contestó él.
-Te noto algo raro.
-Bueno, es que esta mañana ha venido un niño nuevo al colegio, es bastante extraño y no habla con nadie, los demás niños le dan de lado. Se llama Samir y el profesor dice que es un refugiado y yo no sé lo que tengo que hacer...Abuelo, ¿un refugiado es algo malo?.
El abuelo se quedó pensativo y triste y después de unos minutos de silencio le dijo:
-Mira Roberto hace muchos años en España hubo una guerra y mucha gente tuvo que huir dejándolo todo atrás. Unas de esas personas eran mi padre y mi abuelo.
Tuvieron que huir a Francia, y no tenían, y no tenían nada que llevarse. Fueron a un campo de refugiados y allí vivían en casetas y comían lo que les daban, pasaban frío y no tenían ropa que ponerse. Los niños no iban a la escuela y no tenían juguetes. Lo único que podían hacer era sobrevivir a las enfermedades. Después de un tiempo mi abuelo tuvo suerte y encontró trabajo. A partir de ahí la cosa empezó a ir mejor, pudieron alquilar una casa y mi padre empezó a ir al colegio. Hicieron su vida allí pero siempre tenían la tristeza de lo que habían dejado en España y echaban de menos a su familia. No fue hasta mucho tiempo después cuando pudieron regresar a España. Ellos eran refugiados y hubo gente que les ayudó. Roberto escuchaba atentamente: Samir también es un refugiado y al igual que mi padre y mi abuelo lo estará pasando mal y echará de menos su país, la familia que dejó allí, su colegio sus amigos y todo lo que hacía en aquel lugar. ¡Eso es un refugiado! Dijo el abuelo. Roberto se quedó en silencio pensativo y siguió con el almuerzo hasta que terminó y dijo:
-Mañana voy a sentarme al lado de Samir y voy a intentar que los demás niños sean sus amigos. Quiero ser uno de los que le ayuden a estar lo mejor posible mientras pueda regresar a su país.
El abuelo miraba a Roberto y recordaba los días en que su padre le contaba su historia, y se le escapó una lágrima al oir lo que le había dicho su nieto.
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